miércoles, 28 de abril de 2010

El Bolsón. El pueblo más hippie de Argentina.

Futaleufú - Trevelín - El Bolsón - 130km (Total 15.840km)


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Justo cuando llegué a una nueva frontera entre Chile y Argentina, en el pueblo de Futeleufú, conocí a dos amigos argentinos que, siguiendo un ritual que viene de lejos, habían ido a pescar a esta zona de los lagos chilenos.

Con Roberto y Osvaldo congenié rápidamente, a pesar de que ambos tienen 67 y 56 años, respectivamente. Sus constantes bromas y piques entre uno y otro imposibilitaban que pudiese parar de reir a cada momento. Especialmente "punzante" era Roberto, quien como paso previo a gastarle una nueva broma a su viejo amigo me guiñaba el ojo para ser cómplice de la inminente burla que se venía. Sus edades podrían mentir perfectamente, pues en ocasiones parecían como jóvenes que no paran de cargarse uno a otro con insistencia. Osvaldo, mucho más sereno que Roberto, aplacaba las bromas con resignación motivada por la experiencia en resistir tales envites. Cuando no lo ignoraba sonreía, pero cuando se hartaba no se reprimía en volver a cagar a pedos a su gran amigo.

- ¡Ché!. ¡Dejate de joder!

La verdad es que me cautivaron bien estos viejos boludos. Recuerdo como, junto a ellos y una pareja española en la misma situación, nos quedamos tirados un par de horas en la frontera, ya del lado argentino, esperando a un remis (taxi) que nunca llegó. Finalmente, y tras un imposible regateo con los guardas , uno de éstos fue quien por último hizo de remisero, previo pago de ciento cincuenta mangos, haciendo en su camioneta los cuarenta kilómetros que nos separaban de Trevelin. Ese pueblo era el más cercano respecto al inhóspito paso fronterizo en que nos hallábamos y donde el frío de la recién entrada noche comenzaba a helarnos.

Ya en Trevelin cenamos los tres (en verdad yo solo tomé) entre conversaciones del Ché, Galeano o la C.I.A. y sus estragos en la política latinoamericana. De Roberto me sorprendió mucho su curiosidad: siempre estaba preguntándo cosas para seguir conociendo. De Osvaldo aprecié la serenidad que posee, intuyo también que desarrollada ampliamente tras dejar hace unos años Buenos Aires y mudarse a la tranquila Bariloche.

A la mañana siguiente, y cuando nuestro colectivo llegaba a El Bolsón -mi siguiente destino-, algo extraordinario sucedió. Mientras que mis nuevos amigos iban a continuar su viaje hasta Bariloche en el mismo bus, a mí se me acercaba el momento de bajarme y, por lo tanto, de despedirme. En un momento de silencio, entre mate y mate, comenté, tan solo por hablar de algo, que en Bariloche intentaría encontrar a un viejo amigo que conocí en aquellas ferias de artesanía iberoamericana que se hacían anualmente en mi tierra, Santa Cruz de Tenerife, cuando vivía allí. Les dije que se llamaba Carlos, a lo que Osvaldo respondió:

- ¿Fernández?

- ¡Creo que sí! -, respondí, añadiendo:

- ¿Con el pelo largo y ondulado por aquí? - , dije llevándome las manos a altura de la cintura.

Osvaldo y yo comenzamos a abrir los ojos de asombro ante la inminente coincidencia. El preguntó:

- ¿Hace duendes? -. Con entusiasmo respondí:

- ¡¡¡¡¡Si!!! -. Y sentenció:

- Hicimos hace poco un curso de trabajo con arcilla. Es vecino mío...

No me lo creía. Simplemente por hablar de cualquier cosa había mencionado mi pretensión de encontrar a Carlos, de quien había perdido su tarjeta hace años, supongo que al mudarme a Barcelona, y con ella su contacto. ¿Cómo era posible que Osvaldo, a quien acababa de conocer, no solo sabía quién era sino que además es vecino y amigo? Fue un momento de alegría y sorpresa inmensa.

Con Osvaldo quedé en volver a vernos en Bariloche junto a Carlos y celebrar tan fantástica coincidencia.

Chicos, fue un auténtico placer conocerles. Saben bien que así fue, ¿verdad?...

Servidor, Osvaldo y Roberto:


Sin embargo, aún estaba "aterrizando" en El Bolsón...

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Este lindísimo pueblo también posee un enclave espectacular. Se halla en una meseta formada en la base de un extenso valle a su vez rodeado de enormes montañas, y en donde las chacras (granjas) y los productos que en ellas se generan se sirven de los microclimas que el valle propicia para crear productos de gran calidad (entre otras cosas, una cerveza artesanal de hasta quince variedades...).



Todos los martes, jueves y sábados, en el centro del pueblo se arma un mercadillo donde se venden no solo estos productos, sino todo tipo de atesanías para vestirse, complementarse, decorar la casa, etc. La estética predominante entre tanta variedad de artesan@s es la incofundiblemente hippie. Este lugar ha atraído a lo largo de los años a muchos argentinos de esta tendencia que han venido escapando del estrés urbano o el exceso de actividad de la locas ciudades para terminar en este tranquilo rincón. Hoy también el turismo ha aumentado lo suficiente como para convertir a El Bolsón en parada obligada del norte de La Patagonia argentina.

Acá puedes acudir a visitar los lagos o cascadas cercanas,



o también hacer algún trekking para subir a los techos de las montañas que circundan el valle y así apreciar desde las alturas tan especial paraje (aunque a veces la climatología no acompañe y optes por alquilar coche y subir hasta el punto más cercano a las cúspides sin mojarte).



Sin embargo, lo que más me atrajo de este lugar fue el Jazmín...


3 comentarios:

  1. ...dicen que, cuando un@ está en su camino... todo fluye y como la magia... se van descubriendo maravillosas casualidades... que de otra manera... nunca se verían... tú miras con los ojos del corazón, y con la magia en tus venas... entonces... qué menos que encontrar a Carlos... por casualidad??

    sigue así miniño.... me tienes atontá! con cara de flato! ante mi libro preferido... tu blog.......

    mely, xer y sus.... muaaa

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  2. ¡Ay!, Melissa, mi amor: ¡cómo te pasas!
    mmmmmmmmmmmmmmmmuas, ¡preciosa!

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  3. ...todo éso se llama : "sincronicidad" y lo estudió en detalle el psicoanalista "carl gustav jung" !!!...lo que pasó fue simplemente "fluir" entonces se produjeron "coincidencias significativas" dado que quizás activaron "el arquetipo del héroe"...la cuestión es que todo ello acelera el proceso de sincronicidad y es cuando más "alerta conciente" debemos estar ante las señales que se presenten en el camino ...principalmente de parte de las demás personas !!!...saludos !!!. Ayala Claudio / Paraná -Entre Ríos ...

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