jueves, 20 de mayo de 2010

Santiago de Chile (2). Diversión extrema.

Como es de suponer, no toda mi estancia en Santiago quedó exclusivamente condicionada por el interés político que este país me genera. Si bien es cierto que reconozco que la entrada anterior pudo resultar aburrida o cansina para muchos al estar basada en el "pequeño" y humilde homenaje que quería plasmar en el blog sobre mi respeto a la historia de este pueblo, también es verdad que visité muchos amig@s que hacía tiempo no veía (otr@s no tanto), y con quien pasé días y noches muy divertidas, llenas de fiesta y jolgorio. Casi podría decir que la parte de disfrute nocturno y de amigos en Santiago ha sido, hasta ahora, la más intensa y etílica del viaje.

Cuando llegué a Santiago, tras varias semanas de retraso con la consiguiente desesperación de quien allí me esperaba, Conti, una buena amiga de Barcelona que aquí se convirtió en gran amiga, ya tenía todo preparado para hospedarme en su casa. Allí pasé dos semanas seguidas "molestándola" a ella y a sus compañeros de piso, Víctor y Sabi. Mis niños, es tanto lo que tengo que agradecerles por aguantarme tanto tiempo...

A las pocas horas de estar en casa de Conti apareció Lorena, otra gran amiga chilena de Barcelona que estaba de visita en Santiago para visitar a su familia y estar presente en la boda de su hermana que ella misma estaba organizando al ser quien más tiempo libre tenía de entre todos sus allegados. Ciertamente es una sensación bien rara encontrar a un amig@ de hace años en otro lugar del planeta, más si ésto se produce en su tierra natal y a tantísimos kilómetros de la ciudad donde surgió la amistad. Al igual que me sucedió con Juan y Vale en Mar del Plata, los abrazos por el reencuentro no eran solo por el tiempo que había pasado desde la última vez que nos vimos, sino porque todo sucedía a esa cantidad enorme de distancia respecto a Barcelona. Tras la efusividad del momento, y el mismo domingo que llegué, fuimos a un asado a uno de los cerros santiaguinos para celebrar el cumpleaños de una amiga de Conti entre carne, vino, cerveza y muchos otros amig@s. El estado de felicidad era evidente ante mi bienvenida.


Servidor, Conti y Lore:


Como Conti, psicopedagoga entregada a su labor, entre semana andaba muy liada con la pega (trabajo), las noches comprendidas entre lunes y viernes fue Lore quién me sacó a "pasear" por los bares de la ciudad, presentándome, además, a muchos otros amigos que ya se convirtieron en los míos.

Fue así como, un lunes improvisado, terminé con una tremenda borrachera tras una larga noche de copete (beber alcohol). Recuerdo que los amigos de Lore no se creían que, después de dos días en Santiago (atención al tiempo transcurrido: dos días) aún no había probado el pisco. Esta bebida, al parecer originaria de Perú pero muy extendida en Chile, es la base de las borracheras de la juventud chilena, y de los no tan jóvenes. Básicamente consiste en una especie de aguardiente destilada a partir de la uva, y se puede beber con Coca-Cola o gaseosa (refresco) de limón.


Los hay de distintas calidades, y en función de ella te puede dar una caña (resaca) terrible o sobrellevarlo con dignidad al día siguiente.

Menos mal que Lore tuvo tiempo entre el nerviosismo de los preparativos nupciales y me enseñó algo del Santiago nocturno. ¡Gracias, mi niña!


Otra de las cosas que hice fue acompañar a esta loquita de la vida a hacerse un tatoo para tapar otro de un delfín flaite (hortera, de mal gusto) que llevaba en su espalda desde la adolescencia. Aguantó como una campeona y quedó bien bonito.



Otra de las invitaciones que esta niña me brindó fue la de conocer a toda su familia, reunidos en casa de su tía en el Día de la Madre. Abuelos, tíos, primos, padres y hermanos se juntaban en un número sin fin brindándome un caluroso recibimiento y haciéndome mil preguntas sobre España y Barcelona. La verdad es que son una familia genial y nunca me sentí incómodo a pesar de ser un intruso en un día en donde los que no pertenecen a la familia no cuadran mucho en la escena.

De tu familia también me llevo un lindísimo recuerdo, niña.

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Otra de las sorpresas que me deparó Santiago fue la visita, casi repentina, del purranquino Taranta. En su aburrimiento de pueblo hay ocasiones en que trata de huir de esa monotonía escapando hacia Santiago, y como algunos de los amigos que poseemos en común desde hace tantos años nos estábamos volviéndo a ver, no quiso desaprovechar la oportunidad y se juntó con nosotros para compartir un largo, e inolvidable, fin de semana. ¡Que bueno fue volver a verte, Taranta!

Cuando por fin llegó el viernes, Conti quedó libre de la pega y pudimos marchar a la costa, a Valparaíso, ciudad que antaño tuvo el puerto más importante de toda América.


Ver Santiago de Chile - Valparaíso - Viña del Mar (Ida y vuelta 260km -Total 17.820km) en un mapa más grande

Allí no solo me esperaba, por primera vez en mi vida, la visión del inmenso Océano Pacífico, sino que también, y con gran impaciencia, nuestra amiga Isa, otra chilena retornada de Barcelona, aguardaba nuestra llegada (retrasada una y otra vez por culpa de quien escribe) para plasmar entre todos otro lindísimo reencuentro. Su nuevo novio también nos recibió como si fuésemos amigos de hace tiempo.

Servidor, Lore, Taranta, Conti, Isa, y su novio.


La noche del viernes fue tan intensa que desapareció sin darnos cuenta hasta que la luz del día "apagó" la oscuridad. Poco nos importó, y hasta bien entrada la mañana las mil conversaciones se mezclaron con otros tantos bailes en casa de Isa. Creo que no hay ninguno que no pueda afirmar que fue una noche, con su prolongación, simplemente memorable.

Mi hermana me dijo que tenía muchas ganas de ver fotos de Valparaíso ya que una amiga de ella nació aquí. Andrea, ya ves lo lindo que es este lugar, a pesar del puerto y la contaminación...:


Enclavada en las orillas del Pacífico, y precedida de múltiples cerros (según cuentan hay hasta cuarenta y uno), Valparaíso es una de las ciudades más históricas y peculiares de toda le geografía chilena.

En mi mochila me llevo un fin de semana tan divertido como emocionante ante tantos recuerdos y anécdotas que tod@s volvimos a compartir y rememorar tras aquellos años que coincidimos en esa ciudad que llevo clavada a mí a través de esos grandísimos momentos, Barcelona.



Antes de volver a Santiago visitamos Viña del Mar, otra ciudad, ésta mucho más moderna, a tan solo cinco kilómetros de Valpo (Valparaíso). Aquí nació Conti y pasó buena parte de su infancia, por lo que la visita era obligatoria. Nunca estuve tan cerca de este océano, aunque el frescor del clima prolongó, hasta nuevo aviso, mi primer chapuzón en estas aguas.


Tanto Viña del Mar como Valparaíso son los destinos elegidos por la inmensa mayoría de los chilenos que en verano pueden tener vacaciones desconectando del lugar donde viven. Los que optan principalmente por la costa pueblan estas dos ciudades en los meses de enero y febrero multiplicando brutalmente su población. Es la historia del Mar del Plata argentino pero en versión chilena.


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Una de mis aspiraciones del viaje, bastante superficial pero igualmente divertida, era la de ir a ver un partido de fútbol para conocer in situ la pasión desgarradora con la que en el continente se vive este deporte. Como comenté en la entrada de Buenos Aires, en Argentina me fue imposible, pero en Chile si que iba a tener la oportunidad.

Conti es seguidora acérrima de la Universidad de Chile, La U. Este equipo compite en rivalidad con el Colo-Colo. Sus duelos, el derby nacional, representan lo mismo que un Barça-Madrid o un River-Boca, es decir, auténtica pasión de multitudes en donde no es solo un simple partido de fútbol lo que se juega. La U es el rival menos potente económicamente, posee menos títulos, ni siquiera tiene estadio propio (se lo han de alquilar distintos clubes cada partido que juega "en casa"). Sin embargo, es la que mejor afición tiene, no solo por número sino por la lealtad con la que siguen al equipo.

A los pocos días de haber llegado, La U se enfrentaba en la Copa Libertadores al Alianza de Lima en el partido de vuelta de los octavos de final de esta eliminatoria. La ida había terminado 0- 1 a favor de los chilenos, así que en pincipio no tendría que haber muchos problemas para solventar la disputa a doble encuentro.

Hasta allí me fui con la Conti a ver el partido. Llegamos como quince minutos antes y ya la afición no paraba de cantar. Si ya estaban así no me quería imaginar la explosión de júbilo que iba a suponer la salida de los jugadores al césped. En una ocasión como ésta no iba a desaprovechar la opción de "video" de mi cámara:




Realmente estaba sintiendo una gran emoción al sorprenderme por la pasión desbordada con que tantas miles de personas no dejaban, ni por un segundo, de animar a su equipo. Ya sabía, por la televisión, la intensidad con que las hinchadas de acá viven cada encuentro, pero comprobarlo estaba siendo toda una experiencia.

Uno de los momentos en donde literalmente se me puso la piel de gallina fue cuando los peruanos marcaron el gol que igualaba la eliminatoria. Solo segundos después la afición comenzó a entonar un nuevo cántico en donde se les transmitía a los jugadores, a grito pelado, que aunque pierda o gane ellos nunca les van a fallar. Me imaginé lo que significaría para los deportistas que estaban en el campo lo que tiene que ser, lo que se tiene que sentir, cuando miles de personas te están proclamando esa fidelidad a pesar de la momentánea derrota. Seguro que a ellos también se les tendrá que poner la piel de gallina...

La U empató en la segunda mitad, pero cinco minutos antes de que finalizara el partido el Alianza volvió a adelantarse cayendo la desesperación en la grada que nunca, ni por un segundo, había ahogado su aliento hacia los jugadores con ánimos constantes (no exagero cuando digo que hay más de veinte cánticos diferentes para proclamar esa lealtad al club).

Cuando todo parecía perdido, a falta de dos minutos, La U volvió a marcar. La locura se apoderó de todo el graderío. Los unos se abrazaban a los otros en auténtica explosión de júbilo compartido. Sin embargo...¡el línea había levantado la bandera! ¡El gol estaba anulado! La crispación fue entonces la que se extendió por toda la grada en forma de insultos impronunciables hacia los árbitros. Todos los jugadores chilenos, banco (banquillo) incluído, se abalanzaron sobre los jueces, mientras éstos deliberaban, para reclamar la validez del gol. Y de repente...¡el gol es válido! La cancha entera se volvió totalmente loca. ¡Era como si La U hubiese vuelto a marcar!

Fue entonces cuando los peruanos corrieron como posesos a rodear a los árbitros. La impotencia que sentían se combinó con la rabia hasta el punto de no aceptar bajo ningún concepto la decisión tomada. El tiempo pasaba y los dos minutos que faltaban parecía que nunca iban a jugarse. Las protestas fueron de una magnitud tal que, finalmente, ¡los pacos tuvieron que entrar al terreno de juego para proteger al árbitro! Sin embargo, ésto enrabietó aún más al equipo peruano, con lo que...¡más carabineros, éstos incluso con cascos y porras, y marchando en formación, se unieron a los anteriores en el centro del campo!

La escena era surreal: todo el equipo del Alianza pretendía llegar hasta los jueces mientras una nube de policías armados se lo impedía. El momento más dramático fue cuando el árbitro principal decidió ¡dar el partido por finalizado!. Aquí si que ya nadie entendía nada. En teoría aún faltaban dos minutos por jugarse pero ante las protestas airadas, casi coléricas, del equipo visitante, parecía que iba a finalizar allí mismo.

Sin embargo, los peruanos se fueron calmando y se jugaron esos minutos restantes. El marcador no se movió y terminó 2-2. La U había pasado la eliminatoria:



Para un turista imparcial como yo, este partido fue simplemente inmejorable: goles, tensión, ánimos y cánticos constantes, polémica como nunca antes ví en mi vida, ni siquiera por la tele en algún partido en directo... Fue una eliminatoria intensísima, con todo lo que se le puede pedir al fútbol, y donde además ganó el equipo de casa con quien obviamente empatizaba. Definitivamente me lo pasé muy bien.

Tras semejante experiencia, solo añadir que ya no soy imparcial: ¡¡¡VAMOS LA U!!!

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En Santiago también tuve la oportunidad de gozar con otra de mis pasiones: el rock en vivo, aunque en este caso, más que rock el concierto al que acudí era puro heavy metal épico representado en uno de los grupos que más me gustan de este estilo y que llevan dando caña desde los ochenta: Manowar.

Hace un año ya los vi, por primera vez en mi vida, en Zaragoza. En aquellas fechas no me podía imaginar, ni por asomo, que justo once meses después los iba a volver a ver en Santiago de Chile.

Aquí, en Santiago, también tuve la suerte de conocer al Chino, el novio de la Conti, un amante del rock de verdad. Aunque a él no le apasione el heavy, aprovechó que su tío trabaja en el Teatro Caupolicán, donde se celebró el concierto para acompañarme al poder entrar él gratis. En la entrada encontramos a un amigo que es componente de su banda de rock chilena, los Devil Presley, y yo también conseguí mi entrada bastante rebajada respecto precio inicial.

Una vez dentro, la emoción por volver a ver a estos maestros del heavy se apoderó de mí:


Aunque, sinceramente, el concierto en Zaragoza estuvo bastante mejor que éste, la verdad es que disfruté mucho. Hubiera sido perfecto si hubieran tocado más clásicos y si el cantante no hubiese tenido el pedo que llevaba y que le hizo hasta equivocarse el algún tema provocando la risa general:

- Oh my God! This is not the correct song!-, decía mientras pedía a la banda que volvieran a empezar...

La apoteosis surgió, sin duda, cuando en los bises tocaron uno de mis temas favoritos, Warrior of the World United:



Otro momento más a sumar en la constante diversión que ha supuesto para mí estas semanas en Santiago. ¡Gracias mil por acompañarme, Chino!

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Los días se iban sucediendo y la diversión en múltpiles formas estaban convirtiendo mi visita a Santiago en inolvidable.

Como mencioné más arriba, Lorena estaba encargándose de organizar la inminente boda de su hermana. Antes de que ésta se celebrase, cayó en Santiago su pololo (novio). Walter, italiano afincado en Barcelona, llegó a la ciudad y enseguida encontramos mil puntos en común a todos los niveles y congeniamos muy rápidamente.

El día de la despedida de soltera de Carola, la novia que unos días después iba a dejar de serlo, Walter y yo salimos juntos a copetear. Mientras las chicas saciaban la locura que se puede producir entre amigas en un día tan especial, con todos los requisitos cargados de líbido que la ocasión requiere, Walter y yo dábamos buena cuenta del pisco que ofrecían en los llenísimos bares del barrio de Bella Vista, donde juventud y ambiente alternativo se mezclan en las noches de los fines de semana santiaguinos.

Aunque la suma de alteradores ayudó, lo cierto es que parecía como si nos conociésemos hacía tiempo cuando en verdad solo nos vimos un par de veces en Barcelona. Desde ese día Walter y yo creo que nos convertimos en buenos amigos. Estaba siendo una noche cargada de buenas vibraciones.


Unas horas después nos juntamos con las chicas para ir a bailar a una disco, aunque en verdad cuando mejor lo pasé fue al final de la noche al reunirnos todos en casa de alguien que me resulta imposible recordar quien fue...



Y así, cuando ya solo faltaba un día para despedirme de los chicos para continuar mi ruta hacia Mendoza, fuimos a comer a un restaurante muy típico de Santiago: El Hoyo. Allí nos reunimos Walter, Lore, su padre, la madre del novio de la cercana unión y el pololo de ésta. La comida estuve simplemente magistral, riquísima, aunque lo mejor iba a venir después.

Una de las cosas que me faltaban por probar en Chile era el terremoto, una bebida en donde se mezcla una especie de vino blanquecino con jugo de piña, solo que éste se sirve en una bola de helado que se va derritiendo sobre el vino dentro de la jarra donde se sirve. Desciende hacia el estómago con un sabor delicioso, lo que provoca un tremendo engaño ya que lo que corre por las venas nada tiene que ver con el sentido del gusto: en verdad se está ingiriendo una enorme cantidad de alcohol. El problema es que a la sangre no la engaña nadie...

Si se repite pidiendo una nueva jarra, ya no se llama terremoto: su nombre pasa a ser réplica. Hay que ver el humor negro de los chilenos para usar palabras que son sinónimos de tragedia para designar la ingesta de un copete. Tras siete horas sentados a la mesa en donde las idas al baño eran lo único que interrumpían la continua toma de alcohol, tres réplicas de litro sellaron una de las mayores borracheras que agarré en los últimos años.

La anécdota de verdad vino cuando, a mitad de tarde y ya bastante alegres por lo obvio del momento, Lore dijo en voz alta:

- ¿Y por qué no te quedái a la boda de mi hermana, po?

Yo, seguro de que la última persona que "debía" estar en esa celebración era el turista pasajero que mi figura representaba, espeté con sorna e igualmente en voz alta, hacia todos los comensales, y para convertir mi respuesta en irónica broma:

- Porque nadie me ha invitado...

En ese momento, el padre de Lore me miró fijamente y, mientras me señalaba con el dedo y cambiaba su sonrisa en un rostro totalmente serio y convincente, dijo:

- Hugo, quedai formalmente invitado a la boda de mi hija.

Ese hombre mide casi uno-noventa. Era como si Vito Corleone me estuviese apuntando con una pistola para hacer imposible cualquier pretensión de dar una respuesta negativa al ofrecimiento. Y todos sabemos lo importante que es para el Padrino la boda de su hija.

Yo, cada vez más pequeño, miré hacia la madre del novio, momento que ella aprovechó para afirmar:

- Y si no vení vai a quedar mal conmigo, po hueón.

Solo pude decir alargando muchísimo la "o":

- Noooooooo...

Lore me sonreía mientras con su rostro me expresaba:

-Ahora no te podei negar, Huguito.

Ante tal situación no me quedó opción:

- Vale, vale. Voy a Mendoza mañana pero saco un billete de ida y vuelta para venir a la boda.

Las risas de todos los que compartíamos mesa sentenciaron mi aceptación.

Ocho días después estaba de vuelta en Santiago para acudir a esta boda.

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El compañero de piso de Conti, Víctor, se apiadó de mi ausencia de cualquier tipo de vestimenta para estas ocasiones (nunca en mi vida tuve traje y mucho menos corbata). Nuestras idénticas tallas posibilitaron que incluso encajara perfecto en su chaqueta y camisa. Afortunadamente en la boda no se exigía etiqueta, así que pasé de la corbata y usé mis propios vaqueros. A mucha gente que me conoce le hubiera provocado muchísimas risas verme de esa guisa.

La celebración de la boda fue genial, lo pasé demasiado bien entre las ciento cincuenta personas que fueron invitadas, y aunque a principios de la noche apenas conocía a nadie, cuando ésta finalizó era uno más entre todos.

Felipe, pocas horas después de firmar su sentencia, junto a mí.


Con Carola, la más feliz de la noche.

Y aquí me tienen, ya pueden reirse.



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A todos los que compartieron momentos conmigo en Santiago, incluyendo a German, otro chileno retornado de Barcelona y con quien también compartí otro día (y noche) de miércoles más que etílica, muchísimas gracias por haberme tratado tan bien y haber posibilitado que en mi recuerdo de Santiago solo aparezcan sonrisas.

Sobre todo, muchísimas gracias a tí, Conti. Me encantó estar en tu casa y que me hicieses el pedazo de favor de aguantarme tantos días. Sabes que te debo una, miniña.


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¡ME ENCANTA SANTIAGO DE CHILE!



13 comentarios:

  1. Constanza Garcés L.14 de junio de 2010, 19:50

    Jajjaajaj wena Hugoo!!! qué lindas palabras!! me encantó tenerte de huésped, y a los chicos tb! nunca voy a olvidar ese partidazo de la U que fuimos! a ver cómo la hacemos en semifinales de la libertadores :SS

    Fue muy bueno compartir esos días contigo, y conocerte un poco mejor, espero de verdad que te vaya la raja en este viaje y seguro nos vemos en otro sitio! :)))

    Te mando un abrazo enorme.

    PD: esa línea que viste en el cielo, a los días después salió en las noticias como OVNI, se vieron en Santiago y tb en el norte... fuiste testigo privilegiado! había olvidado contarte.

    Estamos en contacto amigo, se cuida!!!

    Besotes (L)

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  2. Conti: Mil gracias de nuevo, miniña.
    Aquí ya quedó reflejado lo bien que me lo pasé, y sabes perfectamente que tienes una parte importantísima de culpa de que así haya sucedido.
    GRACIAS POR LA BUENA ONDA, NOS VEREMOS EN OTRO PUNTO DE ESTE PLANETA...¡SEGURO!
    mmmmmmmmmmua

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  3. q wapooooo!! pero q wapo mi chico!! tanto vestidet de chaqueta como en el video con ese gorrito!!
    eres el millor del mon!!
    ya me contarás lo de mendoza!!
    si es q.... te mereces lo mejor de todo!!
    una abrasada molt gran per al meu millor home del planeta!!

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  4. Meli, amor: la visita a Santiago fue brutal. Sin duda de lo mejorcito del viaje.
    ¡Mil besos a la niña más buena del mundo!

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  5. SniFFFF!!!!!!!!!!...que me has dejado ufff ...
    Hugo que lindo, gracias por tus palabras, por como lo cuentas, por los saludos, por el carino, por los momentos y lo mas importante por este lindo recuerdo esta libretiado y todo jajajjaj GUAPISIMO...ey ahora falta subir yo las fotos que tengo :P mil besos y buen viaje..ahh tus gafas las tengo yo tendras que venir a por ellas ja ja ja !!!

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  6. Lorrein: mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmuas mil, ¡preciosa!

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  7. siempre he tenido una imagen bucólica e idílica de Santiago, ya que lo poquito que sé de esa ciudad es por medio de los libros de Isabel Allende, pero veo que si existe la imagen que yo tenía pero además hay miles de realidades que merecen muucho la pena, gracias por mostrar la otra cara de las guías, de los libros, eres mejor que los de las guías lonely planet!
    SARA

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  8. Sara, miniña. Santiago es una ciudad altamente recomendable. No solo para imbuirte de su historia y la de este pasís o sus costumbres, sino también para pasar unos días muy divertidos con las mil cosas que acá se pueden hacer. Yo sabía algo por mis amigos, pero venir y verlo con mis ojos ha sido una gratísima experiencia.
    Besos mil, guapísima.

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  9. Anita Santos

    Ostias tio que lindo escribes.
    Feliz de haberte conocido y haberte brindado una buena estadia en este Santiago tan dificil.

    Espero nos veamos pronto.
    Besos

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  10. Anita, jeje, no trates de imitarnos que no pronuncias las "haches", jajaja.

    Mil besos, guapa, y gracias de nuevo...

    ;-D

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  11. todavía sigo pensando en ti Conti, ya han pasado como 11 años desde que te vi la última vez y de suerte llegué a este blog

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  12. Si quieres te pongo en contacto con ella, anónimo...

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  13. me encantaría, pero preguntale quien era su amor platonico de niña si apunta mi nombre feliz
    pero entiendo que está de novia

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