domingo, 9 de mayo de 2010

Purranque. Calma de pueblo y hospitalidad extrema.

Villa la Angostura - Purranque - 180km (más de Purranque a los Saltos del Petrohué - 300km - Total: 16.510km)


Ver Villa la Angostura - Purranque (180km) en un mapa ampliado


Y por fin llegué de nuevo a Chile para comenzar a reencontarme con los amig@s que tengo aquí y que conocí años atrás en Barcelona. Ell@s ahora, por un motivo u otro, se encuentran de vuelta en su país, y en mi viaje no podía dejar pasar la oportunidad de volver a verles.

Mi primera parada fue Purranque, este pequeño pueblo del interior continental chileno de apenas veinte mil habitantes. El lugar en sí no tiene mucho que ofrecer al ávido turista, pero mis únicas intenciones allí eran volver a ver a un buen amigo de la Barcelona nocturna, la canalla, que marcó el entorno donde nos conocimos.

Cristian, el Taranta, me esperaba junto a su madre en la parada del autobús que me traía desde Argentina para dejarme a las afueras de su pueblo. Aunque lo inminente del reencuentro era más que obvio, nuestras caras no dejaron de mostrar una perplejidad absoluta desde que me bajé del autobús y hasta que recorrí las decenas de metros que nos separaban para darnos un efusivo abrazo entre vacilantes gritos del estilo:

- ¿Pero qué hacei en Purranque, Huguito?. ¡Increíble!

- Pues vine a verte, ¡cacho cabrón!


De verdad que ninguno de los dos terminábamos de creernos que finalmente fuese yo el primero de Barcelona que teminase por ir visitarlo.

En los días que pasé en su casa pude conocer a su madre y abuela. La acogida que me dieron fue simplemente inmejorable. Pocas veces en mi vida he recibido una cordialidad y una hospitalidad tan cálida como en esta casa. Entre Marianela, su madre, y su entrañable abuela, no me permitieron siquiera ayudar un poco para hacer la mesa a la hora de comer o fregar un mísero vaso. Desde el primer instante imposibilitaron que me sintiese como un extraño en casa nueva (justo lo que era) y casi parecía que, exagerándolo un poco, me hallaba en una pensión donde me ofrecían servicios a cambio algo. Pero no. Nada más lejos de la realidad. Resulta que simplemente tuve la inmensa suerte de haber llegado a una casa muy acogedora donde la familia que habita en ella es tan buena gente que son capaces de ofrecerte incluso con esmero todo lo que tienen sin que, ni de lejos, esperen en lo más mínimo recibir absolutamente nada a cambio.

El encanto con que me trató la abuela del Taranta -ese rostro sin arrugas a sus increíbles ochenta y cinco años acompañado de su incesante sonrisa que, para mí, solo agrandaba la amabilidad con la que siempre me trató y la curiosidad con la que me trasladó por mi procedencia y por mi famlia-, la preocupación con la que su madre me ofrecía cualquier cosa que me pudiera apetecer, el deseo constante con el que el mismo Taranta trataba de que me sintiese como si estuviese en mi casa ofreciéndome ésta tantos días como quisiese... La verdad es que me quedo con una gratitud enorme del recibimiento que todos me dieron.

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Como en Purranque no existen lugares donde fascinar al turista, un día cogimos el auto de Marianela y nos dirigimos hacia el lago Llanquihue, pasando por Puerto Varas, hasta llegar al lago Todos Los Santos. Justo en medio se encuentra un rincón increíble: los saltos del Petrohué, justo al costado del inmenso Volcán de Osorno.

Aunque el día estuviese nublado y algo lluvioso, lo cual imposibilitaba ver con exactitud la magnitud del volcán desde el otro lado del lago,


si que pudimos apreciar con tremendo asombro (el Taranta por vigésima vez) la espectacularidad del lugar.



Tras apreciar incluso la fauna que puedes ir encontrando en el camino


llegamos hasta nuestro destino. Luego de comenzar a caminar un poco hacia el interior de la vegetación que inunda la zona, fuimos pasando sobre pequeños riachuelos donde, desde arriba, se podían apreciar con increíble nitidez las enormes truchas que nadaban plácidamente más abajo.


Según nos acercábamos, el estruendo insistente con que la poderosa fuerza del agua golpeaba las rocas volcánicas comenzaba a dominar todo sonido ambiente. Cuando por fin llegamos a los saltos el asombro que sentí por el espectáculo fue mayúsculo:


Enormes hectolitros caen sin descanso por los pequeños huecos que la caprichosa lava del volcán fue dejando tras su última erupción en mil ochocientos sesenta y nueve. La violencia y velocidad con la que el agua avanza y erosiona el entorno es simplemente asombrosa.


Una vez más, decidí que la mejor forma de trasmitir las sensaciones que me dejó este entorno era grabar un video que, payasadas a parte, puede reflejar mejor que las fotos donde me hallaba realmente:




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A los pocos días de haber llegado decidí continuar mi rumbo hacia un destino que desconocía pero que tanto Taranta como su familia se encargaron de recomendarme fervorosamente si de verdad en mi viaje no existe prisa alguna, tal y como realmente sucede. En Pucón iba a vivir otra experiencia brutal en relación directa con la naturaleza, pero eso será en la siguiente entrada...

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Familia: muchísimas gracias por la increíble hospitalidad con la que me acogieron. De verdad que nunca me voy a olvidar del buen trato que recibí. Espero que ningún francés loco, ni nadie en el mundo, pueda perturbar lo buenas personas que son.



Taranta, gracias mil por el recibimiento. Me alegro mucho de haber conocido tu tierra y tu gente. La amistad continúa.



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Desde ahí y hasta Pucón solo necesitaba unas cinco horas de bus para recorrer los doscientos setenta kilómetros de distancia que hay entre ambas poblaciones...

4 comentarios:

  1. pero.... ¿cómo no te van a recibir con la mayor hospitalidad del mundo? ¿quién será capaz... en tu camino... de obviar esa luz que desprenden... tus ojos.. esa fuerza interior que pulula por donde vas...? ¿¿qué cieg@ de la vida no será capaz de sentirte como lo que eres... un hermano de la vida??

    ....mi hugorodriguez... el millor!!!

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  2. MELIII: ¡GUAPA! ¡¡¡ERES LA MÁS GRANDE!!!

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  3. ya lo dijo tu colega de mas arriba , que se nota lo buena onda que eres y seguro que todo ira bien y tendras mejores acojidas que la de mi casa es lo minimo para alguien con tu carisma colega , hasta la victoria siempre ajajaja

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  4. Taranta, cabronazo, que pedazo de recuerdo me llevo de tí y de tu familia, weón.
    Dale un superbeso a las dos mamis que tienes contigo de mi parte.
    ¡¡¡ABRAZOOOOO!!!!

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