miércoles, 14 de julio de 2010

Misiones en compañía.

B. Aires - San Ignacio, Misiones - 1.590 km (Total 22.070 km)


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Y así fue como, aunque fuese por solo unas horas, volví inesperadamente a Rosario para reencontrarme en otro rico almuerzo casero con la familia de Agus y, entre sonrisas cómplices, volver a ver a quien iba a ser mi nueva compañera de viaje: Estefi.


A la tarde partimos de Rosario rumbo a la provincia de Misiones, concretamente a San Ignacio, donde llegamos unas quince horas después. El atractivo que tiene esta población del noreste argentino es que, más allá de la tremenda humedad de su clima tropical que posibilita un paisaje de pura y frondosa vegetación, esta zona del planeta es mundialmente conocida por haber sido sede de las misiones jesuíticas llevadas a cabo hace cuatrocientos años, y de las que hoy solo permanecen sus ruinas.


Antes, durante, y después de las citadas misiones, es la población guaraní la que ha habitado el lugar. Hoy en día siguen existiendo a pesar de la conquista, y, como suele suceder, sumidos en una triste miseria de casuchas y barro. Su principal actividad económica es la artesanía que venden en los pueblos y el someterse a ser un atractivo turístico por el simple hecho de permitir que se adentren tours en la zona donde viven para que el blanquito primermundista sacie su pretensión de encontrar el exotismo nativo.


Junto a Estefi, antes de acudir a las ruinas, decidimos alquilar unas bicis para adentrarnos, en un paseo delicioso, por la pura selva que nos rodeaba hasta llegar, ocho kilómetros después, al río Paraná (que a su vez hace de frontera con Paraguay). En el camino penetramos, sin pagar tours y con todo el respeto del mundo, en uno de los poblados guaraníes donde conversamos con quien decía ser "el jefe" de la comunidad. Fue él quien nos comentó de que forman vivían, como mantenían con orgullo la lengua guaraní cuando hablan entre ellos, o la organización de las familias, en su caso de once hijos...


A la vuelta a la ruta, un grupito de niños nos miraba con curiosidad desde el mismo cruce. No pude evitar dirigirme a ellos a preguntarles, retóricamente, si les gustaban los caramelos. Afortunadamente tenía para todos, incluida la mamá de uno de ellos. Sintiendo en mi consciencia que pudieran interpretar que lo que pretendía era otro fin, les pedí, entre risas, la siguiente foto a cambio. No se negaron, todo lo contrario:




Continuando por la ruta selva adentro, no solo era la gran espesura de tan exuberante vegetación la que nos llamaba la atención.


Ciertamente, cualquier estudioso del mundo vegetal se encontraría con un lugar pleno de contrastes vegetales donde continuar aprendiendo.


Eso sí, nuestra ignorancia de la biología no nos impedía disfrutar a cada paso ante la inmensa cantidad de especies que encontrábamos.





De vez en cuando, ya fuese por las costosas subidas, o por el simple deleite, teníamos que parar un rato y seguir con el continuo asombro.


Así fue como también llegamos a unas ruinas que nunca supimos ni su utilidad anterior ni el momento en que dejaron de ser funcionales para convertirse precisamente en eso, ruinas.



Lo que si estaba muy claro era que nos encontrábamos tremendamente embelesados ante la visión de la vegetación no solo integrándose en la construcción humana, sino haciéndose dueña de ella.


Me encantaba poner a Estefi, muy a su pesar, posando para añadirle un poco más de encanto a la foto.






Mientras continuábamos la marcha también pudimos apreciar telas de araña de tamaño enorme ubicadas justo en medio del camino. Algunas de ellas ni las vimos hasta que nuestro cuerpo las deshizo al tocarlas involuntariamente.



Y así, finalmente, llegamos a ver el mismo río Paraná que cientos de kilómetros más abajo convierte a Rosario en una ciudad erguida a sus orillas, solo que aquí su extensión es muchísimo menor y sus límites sirven para separar la frontera paraguaya de la argentina.



Ya iniciando el camino de vuelta, y tras haber dejado las bicis junto al puesto forestal para continuar los últimos metros a pie, los paseos que allí tienen realizados permiten seguir embobado con tanto encanto.


Antes de regresar hasta donde se encontraba nuestro humlide y placentero medio de transporte, una última parada nos obligó a inmortalizar semejantes lagartos, de tamaño solo anteriormente apreciado por quien escribe en las tierras canarias.





Y así fue como, seducidos en el placer de un día tan agradable -por fin volví a sudar y tener calor, ¡lo echaba tanto de menos!-, ante el goce de tanta flora y fauna, y especialmente junto a una compañía que ambos ya empezábamos a disfrutar constantemente, fue como, pedaleando, grabé este pequeño vídeo donde se aprecia el buen humor reinante.





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Al día siguiente fue cuando visitamos las ruinas. Si alguien ha visto la película La Misión, allí se puede apreciar con bastante cercanía a la historia oficial lo que ocurrió en aquella época por estos lares.

Allá por el mil seiscientos los jesuitas en América estaban en pleno proceso evangelizador, cristianizador, de las poblaciones originarias. Si en otras ocasiones los medios para sorprender a los nativos con la pertenencia a una cultura y religión auto-catalogada como superior no solo fueron las armas, la guerra, el expolio, las matanzas, o la sangre, sino que también usaron 'espejitos de colores', aquí los jesuitas emplearon otro métodos para cautivar pacíficamente a los guaraníes.

Fue mediante la música como establecieron los primeros contactos. Cuando, lentamente, se fueron ganando la confianza de la población ante el asombro y encanto que les producían los sonidos de los instrumentos traídos de Europa, pertrecharon esa otra forma de colonialismo no violento que pretendió con éxito moldear las mentes guaraníes para evangelizarlos.

En una siguiente fase de este proceso, se les enseñaron distintas artes, como la fabricación de instrumentos, telas o la misma arquitectura (claro está, siempre como obreros).



En las ruinas de las misiones podemos apreciar cómo vivían en la época. Si bien su organización social, mezcla de jesuitas y originarios, estaba bien jerarquizada obviamente a favor de los primeros, en las misiones existía una regulación comunal en donde todos producían y tenían lo mismo. Ni siquiera existía la moneda. Poseían un crecimiento demográfico controlado, de tal forma que si excedían el número de habitantes para el que la misión estaba preparada, se mudaba a las familias a otras misiones con menor población. No existían riquezas ni lujos.

Pese a lo novedoso de este tipo de estructura y de tal forma de evangelizar, lo cierto es que tuvo gran éxito durante más de un siglo. Sin embargo, el hecho de que todos trabajaban y consumían por igual terminó exaltando tanto a la corona española como a la Santa Sede.

Dicha organización comunal no podía seguir existiendo y en verdad era un peligro para la permanencia de la situación privilegiada de la clase dominante donde poder, gobierno, corona, y catolicismo eran uno solo haciendo de la injusticia y la barbarie su único e ignorante dogma.

La aristocracia no tardó en expulsarlos a sangre y fuego, es decir, con el mismo método utilizado en el resto de las colonias y cuya efectividad consisitía en la usurpación y explotación que tantas riquezas les concedían, manteniendo así sus inmensos y desorbitados privilegios de oro, plata, cacao o azúcar, por nombrar solo cuatro. En las misiones de San Ignacio y alrededores estaba bien claro que se distaba muchísimo del "método tradicional".

En lo que queda de las ruinas podemos observar una arquitectura que refleja majestuosamente el barroco americano, un efecto que también cumplió con creces la función de asombrar a la población guaraní ante la visión de tales bloques arquitectónicos.



Con estas construcciones, parecía que Dios estaba hasta dentro de las mismísimas entrañas...



En definitiva, un lugar para visitar y seguir aprendiendo las distintas formas en las que penetró el colonialismo español en las poblaciones originarias para reducir sus siglos de tradiciones y ancestrales ritos a puro evangelio del Nuevo Testamento, solo que en este caso no se los aniquiló y se les trató como a personas.

"Y sin embargo, los indios tienen alma"...

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Nuestro siguiente destino era, irremediablemente ante su cercanía, uno de esos lugares del planeta que uno debe visitar al menos una vez en la vida: las Cataratas del Iguazú...

7 comentarios:

  1. Está muy bien que además de hablar de la parte turística nos des la parte histórica o social...pero se me hace corto el post...y no es una adulación, es una crítica. Me obligas a buscar en otros fueros más información al respecto. Con lo ducho que eres en el tema y lo prolífico que eres como escritor, podrías ahorrarnos las búsquedas paralelas y redactar ese libro via web que ya te han pedido... aunque claro, supongo que con eso perderías los derechos de autor! xd

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  2. Elenita, por fin una crítica, aunque fuese a petición, jajaja.
    La vedad es que aunque muchas veces me guste leer lo que resulta de las cosas que escribo, lo cierto es que estoy completamente supeditado a mi estado de ánimo para ser más prolífico o más escueto. Si ves la entrada de Santiago de Chile (1) es para aburrir, jeje.
    Igual, no me disgusta para nada si a alguien le incita a buscar más información de la que pongo, pues creo que con ello ya se dio una base para generar interés por los lugares que paso. Un poco esa es la misión del blog.
    Lo del libro, sin derechos de autor no lo hago ni de coña...jajajajaja.
    MMMMMMMMMMMMUAS y gracias.
    ;-D

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  3. Creo Sr. Hugo, que ha pasado usted demasiado tiempo en Catalunya, adquiriendo sus malos hábitos... jajaja
    Sabes que sudamérica nunca fue una aventura que quisiera vivir, decantándome mucho más por otros continentes que me han fascinado desde antaño... pero por tu culpa, acabas de añadir otro reto a mi vida. Te pasaré la factura!!
    Quizás es precipitado escribir mientras viajas, y deberías hacerte con una grabadora para poder completar tu diario de bitácora al finalizar tu viaje... así nos acabas de completar toda la información, que google se está poniendo las botas conmigo!!

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  4. Jajaja, la factura que me podrás pasar te la pagaré con los derechos de autor de El SueÑo ReaL, patrocinado por Google...jajajaja.
    ;-D

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  5. PEROOO WENOOO...... MONO! MONO! MONO! TENGO MONO DE TÍ!! DONDE TAS HUGO?? PER DEUS?!? IMAGINO QUE ENAMORADÍSIMO DE ESAS TIERRAS Y SEGURO... QUE ALGO MÁS DEBE HABER! HUUUUGO HUUUUGOOO HUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUGO!!
    TAKATAKATAKA!!HUUUUUUUGOOO!!! TAKATAKATAKA!!

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  6. Me he quedado enganchada a tu blog tío. Me costó entrar pero ahora no puedo salir.

    ¡Que ganas de pillar la mochila! Ayyyyy!

    ¡Un beso fuerte Huguito!

    Natalia

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