lunes, 2 de agosto de 2010

Salta. Entrada a una nueva Argentina. Junio 2010.


Ver Asunción- Resistencia - Salta 1050 km (Total 23.740 km) en un mapa más grande

Cuando comenzaban las luces de un nuevo día, llegamos a Salta. Mi primera impresión de la ciudad no fue del lugar donde me hallaba. Salta quedará asociada a un dolor de oídos terrible que me sobrevino minutos antes de bajarnos del autobús, y de una intensidad que nunca antes experimenté. Cuando quise compartir, verbalmente, mi dolencia con Estefi, me miraba incrédula: solo estábamos a 1200m sobre el nivel del mar, así que no tenía mucho sentido.

Tras pasar por varias farmacias y comprobar la incompetencia adivinatoria de sus responsables (alguno me mandó a mascar chicle, otro gotitas para limpiar el cerumen), el dolor continuaba. Encontramos hostel y allí permanecía mi contrariado tímpano, solo que aumentando considerablemente. A ello hay que sumar que otra serie de pequeños malestares, como los gases, terminaron por convertir a Estefi de compañera de viaje en enfermera. Ese día estaba tan condicionado por el malestar que no disfruté nada de Salta.

Cuando desperté a la mañana siguiente no podía más. Fuimos al médico. Cuando tocó mi turno y el dr. dijo:

- ¿Hugo Castellano?

En aquel momento ya solo podía levantar la mano con la cara descompuesta, sin fuerzas para articular palabra. Él solo pudo sonreir añadiendo:

- Y eso es lo único que podés hacer, verdad, ¿Hugo?

La buena onda que tenía provocó también mi sonrisa, la cual se disipó transformándose en catastrofismo puro cuando inspeccionó mi oído y dijo:

- ¡Upa! Tenés una otitis de caballo, ché. Tenías que haber venido hace tres días. ¡Tenés el tímpano perforado!

¡Imagínense cómo debía estar eso ahí dentro! ¡Si solo hacía un día y medio que la tenía!

En cualquier caso, escribo ésto porque la dichosa otitis me atrapó en Salta muchísimos días ya que mis siguientes destinos eran en muchísima más altura, y con el oído así era imposible.

Pero bueno, volvamos a Salta...

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Esta ciudad es la puerta a la Argentina andina, en donde ya se vislumbra la cultura y el folklore que predomina en el resto del norte de este inmenso país. La zamba o la chacarera son los principales estilos musicales que convierten la lírica del lugar en única por su cadencia, sus sentidas guitarras, sus hermosos coros, sus reclamos o sus desamores.

En los alrededores de la ciudad vive una población originaria importante en número, y que baja a la ciudad a vender sus productos. Sin embargo, y a pesar de la influencia andina, el colonialismo es lo más visible a nivel arquitectónico. En numerosas casas centenarias "cuelgan" balcones que recuerdan irremediablemente para quien escribe a la misma arquitectura colonial de mis Islas Canarias. Pese a ello, las catedrales e iglesias son los edificios más llamativos.

Catedral:


Iglesia Franciscana:


En Salta también uno puede visitar museos como el de antropología o el Museo Pajcha, cuyo pecualiarísimo gerente te recibe mostrando un exagerado entusiasmo al venderte "la entrada inigualable al pasado artístico más completo de los originarios del continente, en un viaje por el tiempo y las culturas sin parangón y..." y en verdad el museo lo liquidas en una hora y muchas de "las obras" expuestas son, en verdad, tan solo fotos.

De cualquier manera siempre se aprende, y en ambos museos uno puede observar múltiples cerámicas precolombinas, pintura, máscaras de carnaval, telas con bordados bellísimos o...¡arcángeles armados! Estos angelitos de Dios, con su rostro cargado de bondad, fueron representados icónicamente con lanzas, espadas y armaduras para acrecentar en la población el temor a su jefe, el eterno y cristiano temor de Dios.

Por el centro de la ciudad uno también puede acudir al edificio del Cabildo, reconvertido en museo que refleja las costumbres del la época colonial, y donde también se pueden observar los retazos de la arquitectura post-colombina con sus largas galerías,



o sus patios interiores. En las fotos me costó horrores "insertar" a mi querida compañera de viaje, muchas veces tenía que optar por inmortalizarla cuando se despistaba, y en otras terminaba accediando ante mi insistencia.


Y así íbamos recorriendo la ciudad, dando largos paseos mientras mi enfermedad comenzaba a aminorar. Cuando sentí ya alguna mejoría, no dudamos en ir a donde nos había recomendado, curiosamente, el médico con mejor onda que conocí nunca. Efectivamente, fuimos de joda a un bar de rock. Una buena y etílica noche se echaba de menos.


La pasamos bárbaro.


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Otro de los lugares cuya visita se torna indispensable al visitar Salta, es el monumento al General Güemes, ubicado a las faldas del Cerro San Bernardo que domina la ciudad.


Este general participó activamente en la Independencia del país a principios del S. XIX junto al General Belgrano, ocupándose principalmente de la liberación del norte de la nación. Su lucha llegó hasta el Perú, donde también dirigió tropas del General San Martín que, años más tarde, lograron la independencia del país andino.


Hoy, Martín Miguel de Güemes tiene su reconocido homenaje en su ciudad, Salta:

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Los días junto a Estefi tocaban irremediablemente a su fin. Aunque yo estaba muy triste, y la despedida fue un poco dolorosa, la verdad es que me he alegrado tanto de conocerla, de aprender de ella, y de compartir esas semanas en donde volví a recuperar sentimientos olvidados en algún baúl de la memoria, cuya llave creí haber extraviado para siempre... Lo cierto es que fueron días hermosos, donde el buen humor, el compañerismo y el cariño protagonizaron el viaje.

Estefi, amor, seguro que te vuelvo a ver. Cerca de la terminal de Salta me han dicho que hay un lugar al que siempre le da el sol...


¡Me debes un beso!
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Y, como mencioné más arriba, quedé varado en Salta a la espera de que mi otitis se convirtiese en anécdota. Los días pasaron hasta que decidí hacer un "prueba de fuego". Subir al Cerro San Bernardo en teleférico. Un ascenso de 500m en 10 minutos me permitiría comprobar mi estado. Nada sucedió y pude seguir, con gran felicidad, mi viaje hacia La Quebrada de Humauaca, no sin antes grabar este gracioso vídeo en mi ascenso al cerro.






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Me parece muy justo finalizar la entrada con un aporte musical. Salta y el norte del país tienen esta gran particularidad que además se ha internacionalizado. Y así mi viejo queda satisfecho. ¡Zamba!:



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