jueves, 18 de marzo de 2010

Buenos Aires (2). Fin de la primera parada.

Ahora que ya he partido de esta increíble ciudad, puedo concluir una gran verdad: nada, prácticamente nada, ha impedido que la palabra "perfecto" sea la que defina estos días en donde los porteños me han acogido tan calurosamente.
En mis barceloneses años tuve la suerte de conocer a much@s argentin@s, con sus encantos y sus contradicciones. Allí comencé a darme cuenta de las similitudes que existen con la forma de ser de los canarios. Ambos, argentin@s y canari@s, nos caracterizamos por un trato muy cercano desde el primer momento. Salvando las obvias e inevitables excepciones, nuestro carácter se asemeja, en parte, en el rápido derribo de las absurdas barreras que a veces nos impiden llegar con prontitud al interior de las personas que acabamos de conocer. Ese rasgo de la gente de acá ha posibilitado que, junto a tod@s los nuevos amig@s que he hecho, me haya sentido como si no estuviese tan lejos de mi tierra; como si, salvo por lo que mis ojos exploraban, no me hallara descubriendo un lugar nuevo con su nueva gente.
Me llevo un recuerdo enorme de estos porteños cargados de buenas vibraciones y cordialidad, pero estoy empezando por el final...

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Paseando con Douglas por los puntos clave de la ciudad, hubo un día en el que, irremediablemente, terminamos en el inconfundible barrio de La Boca. Si eres turista y llevas cámara de fotos, esta parada es obligatoria. Este viejo barrio otrora erguido por marineros y pescadores que construyeron sus casas en las inmediaciones del puerto, y culminado por el romántico estadio La Bombonera, hoy se ha convertido en un puro souvenir. En una sola cuadra encuentras tantas casas multicolores como restaurantes y tiendas enfocadas al turista. Grandes figuras que recuerdan en parte a los ninots valencianos, estos dias en festivo proceso fallero de cremación, se asoman a sus pintorescos balcones siendo los símbolos nacionales los iconos más repetidos: Gardel, Evita y Diego, siempre Diego...





Sin embargo, y como sucede cada vez que se me presenta la oportunidad, procuro reafirmarme en no ser el clásico turista, así que solo me quedó repetir: "No tengo hambre, gracias". "No tengo sed, gracias". "No quiero comprar nada, gracias". "Muy lindo el tango que se baila, pero no voy a sentarme. Gracias". "Douglas, tu menos, ¿no?"

Todo el colorido de Caminito es tan bello como artificial. En esas casas ya casi ni vive gente, y lo que hace algun tiempo fue un barrio obrero hoy se ha reconvertido en reclamo turístico para el visitante, y en una forma de buscarse la vida para el local.

Especialmente impotente me sentí cuando traté de entrar a la cancha de Boca. Uno de los guardas me dijo que era imposible acceder al interior ya que justo en ese momento desalojaban a todos los turistas porque...¡¡¡había un simulacro de incendio!!!.
-Ché, loco, ¿vos sabés de donde vengo?, pelotudo de mierrrrda, dejate de joder, ché....¡Me cago en la re-concha de tu hermana!
Perdón, pero fue mi pensamiento inmediato consecuencia del rápido proceso de adaptación al que me he sometido).




Asi que me quede sin visionar las entrañas de tan mítica edificacion, símbolo del Buenos Aires que respira fútbol por todos sus poros. El estadio de La Bombonera quizás sea el más colorido, el más internacional, el que pertenece al club más seguido de estos lares, pero hay muchísimos más equipos en esta capital, con sus míticas barras que no paran de cantar desde horas antes del partido y hasta que éste finaliza (a veces hasta mucho tiempo después).

Aunque el fútbol y los estadios no entraban dentro de mis prioridades, surgió la opción de ir a ver un partido del archienemigo de los arriba mencionados: Pablo, un nuevo amigo, me ofreció acompañarle a un River-Huracan en el estadio Monumental, invitación que obviamente acepté gustoso. Sin embargo, se ve que he de desvincular mi aprecio por este deporte a poder disfrutarlo en esta ciudad. Justo el día del partido a Pablo se le vino mucho laburo inesperado y me quedé con las ganas. Otra vez será. Quien sabe...

En otro soleado día, me acerqué a los parques de Palermo, o lo que perfectamente se podría denominar el pulmón de la ciudad. Una de las visitas que siempre realizo cada vez que piso ciudad nueva son los parques. En Buenos Aires no abundan, pero acá, en Palermo, si que puedes encontrar unos cuantos separados, eso si, por ruidosas avenidas que se encargan de dejarte bien claro que a pesar de los pequeños lagos, paseos entre coloridas flores, poblados árboles, y grandes extensiones de césped, sigues estando inmerso en un bulliciosa metrópoli de cuatro millones de habitantes en el "centro", y ocho más si sumas el extraradio.

Ni siquiera el sonido de las aves ni los parsimoniosos paseos de los cisnes pueden competir con el incesante estruendo de los aviones que a cada instante golpean los oídos de los que paseamos por este verde punto.
Sin embargo, que fotos más lindas se pueden hacer.




Al pretender volver a la estación de Retiro, donde confluyen hacia el centro los principales trenes de la ciudad, opté, como tantas otras veces en otros tantos viajes, por guardar mi mapa en el bolsillo y echar a caminar hacia el río donde en algún punto debería encontrarme con las vías del tren que unen Retiro con Munro.

Mientras oscurecía, y tras dejar atrás avenidas y calles bien iluminadas, penetré en una zona en donde la intensidad del alumbrado bajaba considerablemente al tiempo que el "viandante tipo" variaba tambien de actitud e indumentaria. Si antes encontré gente bien vestida y edificios con porteros dando el saludo a la entrada de los bien posicionados inquilinos del bloque, ahora comenzaba a toparme con individuos más "sospechosos" y casas bastante mas desgastadas. Solo por la vestimenta y las energías que percibía me daba cuenta de que este barrio no se parecía en nada al anterior. La indiferencia que percibí tres cuadras más arriba, ahora desaparecía para ser investigado sin disimulo. Cuando comencé a dudar de si la mejor opción era volver sobre mis pasos hacia la ruta conocida, observé como sobre mi se alzaba un puente con...¡las vías del tren!. Agarré el camino que ascendía hasta ellas y comencé a caminar por el lateral de las vías. Lo que ignoraba era que a la siguiente curva se venía, justo en ese camino solitario, una ausencia casi total de luz. En mi cabeza se mezclaban dos sensaciones: el alivio por dejar atrás la supuesta zona peligrosa y una creciente tensión al vislumbrar un paisaje donde lo desconocido era mucho más inquietante que las calles superadas recién. Curva tras curva avanzaba a dos metros de las vías del tren. Personajes "buscavidas" se cruzaban en mi camino mientras yo evitaba asemejarme a cualquier cosa parecida a un turista.

Al volver a doblar vi algo que, digamos, "no me agrado en demasía". Justo al otro lado de los raíles comenzaban a dibujarse numerosas chabolas que no daban lugar a la duda. Estaba casi entrando a una villa miseria en plena noche. La separacion ferroviaria era lo único que existía entre la villa y yo, pero estoy seguro de que la tensión que experimenté costaba disimularla. Las hileras de casuchas aumentaban constantemente, y aunque en ese principio de la villa lo que mas llamaba la atención eran los niños jugando al fútbol y la cumbia villera sonando a todo volumen en casas y autos, no me interesaba mucho seguir investigando, especialmente a esas horas.

Afortunadamente en la siguiente curva observé a lo lejos unas luces que indicaban que allí debía estar la estacion. Llegué, y a los 5 mins. apareció el tren que me llevó de retorno a Munro. Cuando comenté lo sucedido, los chicos me dijeron: "¿En la parada de Saldías? ¿Caminaste hasta la parada de Saldías? Hugo, estuviste en la villa 31. ¿Sabes cual es? Hoy en día es la villa más peligrosa de Buenos Aires..."

Definitivamente esta ciudad no es para guardarse el mapa y perderse, y menos al caer la noche.


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Horas después, ya llegando a la madrugada y en la fábrica donde me alojaba, tocaba un poco de joda. El motivo de la fiesta era el cumplaños de Pablo y...¡la despedida del gallego!. Aunque faltaban un par de días para marchar de tierras porteñas, ya se había organizado una fiesta con la primera excusa que se presentó, y es que el gallego marchaba. En la misma fábrica se organizó todo, y mucha gente a la que nunca había visto vino a... ¿despedirme?.


Douglas y servidor:



Entre distorsiones mentales propiciadas por el estado etílico y demás alteradores, embriagado por las risas continuas y la nueva gente que conocía, y mientras incluso una banda de música -Nómadas- tocaba para nosotros, solo pude disfrutar y agradecer toda la suerte que tuve por haber encontrado a una peña con tantas buenas energías. Pedazo de fiesta.



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Ya agotando los últimos días (más bien las últimas noches), llegó mi último sábado y acudimos unos cuantos a un parque de Palermo ya que, según había anunciado el periódico días atrás, allí se iba a reunir una importante cantidad de gente con motivo de un concierto solidario con las víctimas del terremoto en Chile. Con el nombre de "Argentina abraza a Chile", este festival organizado por León Gieco para recaudar alimentos, bebidas, mantas...(en verdad todo tipo de productos de primera necesidad), reunió a artistas nacionales muy reconocidos: los Calamaro (Andrés y Javier ), Pedro Aznar, Gustavo Cerati, el propio Gieco y, aunque todavía me cuesta creerlo, a Los Fabulosos Cadillacs. Aunque llegamos tras finalizar su primer tema, pudimos disfrutar del resto del concierto junto con otras 100.000 personas. No me lo creía: ¡¡¡estaba viendo a una de mis bandas favoritas desde hace años y tocando en casa!!! Tienen un sonido increíble, y despues de los años siguen demostrando lo buenos que son.

Siempre que vi desde la europea distancia videos de bandas de acá y tocando en esta tierra, me fascinaba la intensidad con la que los argentinos viven los conciertos de sus bandas favoritas. Mareas humanas que se desplazan por la inercia de la presión a la que esta sometida tanta gente en tan poco espacio, numerosos cuerpos subidos a los hombros de otros tantos, agite continuo de brazos, remera en mano, al compas de la musica (que gesto tan caracteristico), gritos y emoción, pasion extrema ante la música... Me sentí de nuevo golpeado dulcemente por la realidad. Si la Pl. de Mayo me hizo comprobar que de verdad estaba aquí, el concierto de Fabulosos Cadillacs fue la prueba definitiva.





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Sin embargo, aún quedaba una noche mas. El domingo pude acudir con varios de los que conocí en mi despedida del viernes anterior a un espectáculo de teatro en lo que parecía ser un centro social okupado al más puro estilo catalán. La obra que representaron fue la primera de la nueva temporada (acá recien termina el verano), y tal y como me habían avanzado, era para destornillarse de risa. Dos horas de teatro alternativo re-cómico con muy buena compañía y muy buenos actores. Ingenio, improvisación y talento amenizaban a las cerca de 200 personas que allí nos apiñamos para apreciar tanto derroche de humor. ¡Gracias por llevarme! ¡Re-buena onda, chic@s!

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Como mencioné al principio, difícilmente se puede superar esta primera parada de mi viaje. La suerte, esa que tantas veces me ha acompañado en la vida, volvió a hacer acto de presencia para caer en el mejor de los sitios posibles. Salvo por los voraces mosquitos que acribillaron mis piernas con saña y por la imposibilidad de ver a una barra en la cancha, todo salió mucho mejor de lo que pude plantearme. Me voy, insisto, con un recuerdo imborrable.


Colectivo aparcado en la Fábrica, con un payaso arriba, esperando a ser reparado por mecánicos de un taller cercano:





Gracias mil a Douglas por acogerme, a Brian por aceptar con tanta sencillez mi estancia en su casa. Gracias a toda la familia por haberme hecho compartir la mesa, la comida, con ellos y que lo último que sintiese fuese incomodidad. Los pequeños actos para unos pueden ser muy enriquecedores para otros. Mi gratitud hacia vosotros y hacia vuestra hospitalidad es tan real como riquísima es la comida que compartimos.

Fábrica de helados La Vascongada:


¡CHAU BUENOS AIRES!


En breve nueva entrada con las celebraciones cumpleañeras en Mar del Plata con Juan y Vale...

6 comentarios:

  1. huguito!! acuerdate de sacar fotitos de los puestitos de perritos que veas!!! me encanta el blog...! seré lectora asidua...besos!!!

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  2. Que chachi!!!!sigue disfrutando cafronnn...besitos..luly

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  3. bueno hugo, que mas se puede agregar... buenisimo que la pasaste bien!! ya sabes que por estos pagos siempre seras mas que bienvenido

    exitos con lo que sigue !!(que no es poco)

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  4. Hugo,alucinante!! la suerte que tienes de conocer gente tan enrollada, la envidia que me das y alucinante tu blog!!,tio! que bien te expresas!!, a la espera de tu siguiente entrada!! sigue disfrutando y...cuidate mucho!!.besitos.sonia.

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  5. Dacil...ME HABIA OLVIDADO!!! Eso esta hecho!!

    Luly: ahora me toca a mi, perrrrrra!!! jajaja

    Bas (Douglas/Brian): Graciaaaaas!!!!

    Sonix: muchas gracias miniña!!!!

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  6. continúa con esta "estrella" que te acompaña, creo que llegas a los sitios en el momento y lugar oportuno! quiero ya el siguiente capítulo.
    Sara REAL

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